Hace un par de años encontraron una maquina misteriosa en una bodega de San Ildefonso. Era un cilindro de un metro y medio de largo por unos ochenta o noventa centímetros de diámetro que hacía angosto en los extremos, metal forjado, hueco y con puntas similares a lanzas en los extremos apuntando hacia arriba.

La estudiarían.

Movieron la maquina con dificultad por el edificio, de pronto al cruzar el patio la maquina emitió un sonido grave, todo se detuvo, los cargadores que hacían la maniobra se miraron entre si, perplejos, la maquina continuaba emitiendo sonidos graves, eran como los sonidos que emiten las ballenas.

Dedujeron que el sonido que emitía la maquina era ocasionado por una corriente de aire que impactaba a la maquina en su base. La corriente de aire provenía de un respiradero.

Antes de continuar su marcha colocaron la maquina sobre los otros respiraderos del patio, no resultó.

Montaron una exposición en centro del patio. Colocaron la maquina en el mismo sitio en el que accidentalmente emitió sonido y contaron una historia como esta. Le llamaron el subarmonio canoide.

El público creería todo, era una buena historia, era mentira, pero era una buena historia.